Conforme iban pasando los días el leñador se esforzaba por superarse, pero pese a gastar tanta energía, cada vez volvía con menos árboles. Estaba desesperado.
Fue a hablar con su jefe y le explicó la situación.
– No lo entiendo. Por más que me esfuerce, cada día corto menos árboles.
El hombre que le había contratado le miró y preguntó:
– ¿Cuánto hace que no afilas el hacha?
– ¿Afilar? No tengo tiempo para afilar. Estoy muy ocupado cortando árboles.
Enseñanzas
Quizás para cada uno de nosotros afilar el hacha tenga un sentido diferente. Algunos pensaran en la formación, otros en la necesidad de descansar, o también en lo importante que es una buena organización.
El caso es que en el trabajo, si no tuviéramos a nadie para darnos orientaciones, es muy posible que muchos de nosotros acabáramos esforzándonos ciegamente en tareas poco productivas, porque es muy fácil perder la perspectiva.
Cuando te sientas atascado y veas que no estás avanzando, párate un momento, y recuerda la historia del leñador, porque es muy posible que necesites afilar el hacha.!!!